Tony Tucker habría
sido un campeón del mundo con un reinado relativamente cómodo de no haberse
cruzado en su carrera una obra maestra de
la fuerza bruta y la potencia sin límites herrada para el boxeo, según la textual
definición del escritor Sergio Guadalupe (Historias del cuadrilátero, p. 262
T&B Editores, 2011).
Con una marca de
35-0-0 (30 antes del límite), Tucker había batido por K.O. a James Buster
Douglas tres meses antes y se antojaba un rival muy duro para Iron Mike…
Y así fue. Durante
doce asaltos, ambos púgiles intercambiaron cuero, sudor y sangre. Frisando los
dos metros, Tucker disparó repetidas veces su jab e intentó doblar con la derecha en
rudos contragolpes, muchos de los cuales mellaron la anatomía de Tyson.
De acuerdo con las
computadoras, Tyson lanzó un total de 412 trallazos de los que impactaría 216,
es decir un 52%.
Por su parte, Tony
Tucker conectó 174 de 452, esto es un 39%.
Aunque aquella pelea
unificada el campeonato mundial de los pesos pesados (Tucker era el monarca de
la IBF), la impresión generalizada fue la de asistir al choque de dos campeones
“High Quality”. Desgraciadamente, solo uno podía bajar del ensogado ciñendo la
corona y, en aquella ocasión, la caprichosa diosa de la gloria señaló al terror de Brooklyn.
Me lesioné la mano derecha en el segundo
asalto y no pude apenas usarla, Mike Tyson no es invencible, quiero la revancha
porque con las dos manos útiles puedo vencerlo, declararía al término del duelo Tony Tucker.
Nunca sabremos si
Tucker habría podido doblegar a Iron Mike pero sus casi dos metros, demoledores
puños y depurada técnica seguramente influyeron en los patrocinadores de Tyson a
la hora de privarnos de aquella sugestiva revancha, si bien no ayudó la actitud
de Tucker quien no volvería a cruzar las cuerdas hasta dos años y cuatro meses
después.
Tras aquel rudo
combate se abrió un trienio de grandeza para el gladiador neoyorquino que
lanzaría a posición horizontal a seis cualificados aspirantes: Tyrrel Biggs,
Larry Holmes, Tony Tubbs, Michael Spinks, Frank Bruno y Carl Williams.
Hoy, muchos sentimos el cosquilleo agridulce de la
nostalgia al recordar aquellas cada vez más lejanas madrugadas españolas,
cuando esperábamos con café y ansia las peleas de Iron Mike para exclamar: ¡No es justo, aguantamos hasta las cuatro en
vela y lo ha ventilado en un asalto!
Sí, han transcurrido
casi treinta años, pero muchos evocamos
la fuerza huracanada del guerrero del Bronx, la rabia desatada, el penduleo de
aquel cuello musculoso y esos puños como voraces meteoritos… sin duda, no será
el último artículo que dediquemos a este púgil porque si algo queda claro es
que la historia nunca minorará la grandeza de aquel peleador charolado.
Artículo de Gustavo Vidal
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